Náufrago, La bella durmiente, Frankenstein, Pigmalión, Adán y Eva, Paraíso, Infierno, Fishburne, Apocalipsis, Resurrección, Amor, Muerte y epílogo floral. Ya esta resumida. Mi tarea acabó. Ahora disimularé con alguna tonta ocurrencia.
Tiene buenas ideas y están lo suficientemente desarrolladas. La soledad inaudita e insoportable del principio como "Atrapado en el tiempo" o en una isla de glacial tecnología. La decisión terrible que debe tomar para escapar de la agonía existencial. La elección de la amada. La progresiva atracción y cortejo. El éxtasis amoroso. El descubrimiento de la verdad por un malentendido del lenguaje robótico. El odio feroz de ella, justificado. Todo eso, que es mucho, está bien contado, con gracia y calma, con pericia y fluidez. Todo va bien. Hasta que aparece Fishburne y cambia el ritmo y donde había sosiego y buen hacer, aparecen las prisas y el disparate, del tiento hermoso al caos doloroso. Se les agolpan los sucedidos incomprensibles y absurdos, se aglomeran las situaciones bochornosas y se acumulan las enormidades grotescas. Para llegar a una reconciliación prevista (a la fuerza ahorcan) y a un final regulero. Vale, se quedan juntos y crean una selva amazónica. Bien. Y por qué no se deciden a tener hijos sin parar, decenas, centenares, miles de chorlitos para refundar la civilización en la nave, para construir todos juntos muchas más naves espaciales y de paso hacer paradas ocasionales para poblar otros mundos que así serán todos humanos y formarán galaxias enteras de felicidad e intercambio democrático, avanzado y sofisticado. Claro que sí. Mucho mejor que optar por la soledad estéril de la pareja.
El epílogo es cachondo. ¿En o para esas hemos quedado, Andy García, hermoso?
Nota. Hacen buena pareja. Ella es una diosa pop, él un gladiador cuadriculado.