Ese gris de(l) poco dinero, la localización europea ¿rumana? para ahorrar a bulto o lo que sea, barullo, el asalto al Álamo o aquella de Carpenter la comisaría y el distrito o el castillo negro y el invierno el muro y los muertos, los últimos de Filipinas, resistiendo, Calista Flockhart de damisela en apuros con una sábana discreta pudorosa se tapa para que no le veamos los espectadores las vergüenzas las tetas porque ella es claramente consciente de que están presentes las cámaras y de que eso, por tanto, va quedar ahí para los restos, y no es bueno, lo/las pueden verse/las/los, decíamos sus senos o pechos, los niños, los pobres, santos inocentes, que quedarían marcados, a fuego (lento), de mala manera, trauma, afrenta, de ahí para hacia delante, con los comunistas siempre redivivos, dale al resucita, que como Drácula salen de sus sarcófagos siniestros en la más oscura del alma la noche estrellada algo solo apenas poco.
El chichón en la cabeza de Van Damme se hará cargo, de esto, puede con todo, es muy consciente, es como el ojo de cíclope, el verdadero cerebro del héroe, la atalaya desde la que se mandan todas las órdenes al cuerpo obediente, ese azar extraño o error feliz de la naturaleza. Soldado de fortuna. Comando. La fortaleza. Defiende el fuerte fieramente. Lo sabe todo. Anticipa (la suerte, está echada, yace).
Siempre sabemos lo que va a pasar antes de tiempo, con unos minutos de antelación, premonitoriamente, ese favor nos hacen, dispendio, ofrenda, esa es la idea, que te lo cacareen, que te lo anuncien a bombo y platillo, para que no te hagas mala sangre, para que no te pierdas, nada, no te lleves un susto, imponente, para que no lo pases tan mal(amente), para que halles tengas toda la información, presta, al dente, de caramelo, en su punto, no puto ni pluto.