Desastre completo, cerrado, abismal. Entre la vergüenza ajena y el tedio abrumador.
Como relación de pareja sensible y perpleja, resulta increíblemente cargante, cursi y boba.
Como retrato del periodismo y sus curtidos profesionales, nos cae encima un aluvión de tópicos y triste ristra de cutres característicos (el de los deportes, cafre, follador e inculto; la de los sucesos, pesimista y feroz; el de economía, revolucionario y patético; el del corazón, ruin y mezquino... ).
Un intento de mezclar algo del cine francés más delicado y sutil con la comedia chabacana española de toda la vida de Dios. Y no acaba siendo ni lo uno ni lo otro. Le falta gravedad, inteligencia, gusto, gracia, ingenio, interés, vida, verdad, sinceridad, humildad, trabajo...
Es una suma infinita, inasumible, insoportable, de frases terriblemente pretenciosas, vacías y forzadas. Una acumulación insufrible de escenas sin sentido. Una galería de personajes que agonizan, acosados por comentarios imposibles, sentencias de terror y conductas mamarrachas.
Una ametralladora de definiciones supuestamente necesarias. La vida es... El amor es.. Las mujeres son.. Los hijos son... Los hombres son...
Una avalancha de comparaciones. Los amigos son como... El compromiso es como...
Un sermón de la montaña de un telepredicador en horas bajas justo después de haberse empachado con libros de autoayuda chunga y poesía ripiosa y pueril. Un pelma sin control, un peligro público. Un pesado non plus ultra, a carta cabal.
Y uno se pregunta cómo es posible que nadie le dijera nada, que nadie le avisara de la emboscada y el ridículo perfecto; que ningún amigo, compañero de trabajo, familiar o buen samaritano le aconsejase que no, que mejor que no, que con ese material no se podía, de ninguna manera, que con ese guion no era posible, que no se atreviese, que lo dejase correr, por favor te lo pido.
¿Pero cómo se puede hacer una película tan presuntuosa y afectada? ¿Y esos monólogos con el piano sonando y las lágrimas cayendo? ¿Y las miradas de Ariadna después de soltar alguna idiotez olímpica? ¿Y Alejo Sauras con la boca abierta y la misma cara de susto todo el rato? ¿Y las conversaciones del grupo a ver quién la suelta más grande y es todavía más palurdo?
¿¿¿???