Se podrían escribir muchas líneas sobre multiples aspectos de la concepción, el desarrollo, su intérpretes, sus premios o las controversias de cariz político que generaron su estreno con la opinión de la crítica dividida en su momento. Material todo él mas que interesante para cinéfilos que se precien. Pero su carácter mitológico autobiográfico de Fellini, la inspiración de una foto de Masina con 10 años que la convirtió para el director en la protagonista irrenunciable, los problemas de financiación que tuvo que completar con dinero y trabajo el propio Fellini, el bajo presupuesto solventado con imaginación de pícaro de su jefe de producción, los retrasos por accidente de Giulietta y depresión del propio Fellini, el esfuerzo profesional y salarial de Quinn y Basehart contra viento y marea, si es plenamente neorrealista o no…; todo ello deja de tener sentido cuando se apagan las luces y uno siente que aquello que nos cuentan nos llega directo al alma.

La carretera (strada) de la vida es un largo camino generalmente áspero y desolado, como esos paisajes de posguerra de cualquier nación del mundo. En él las fuerzas del Yin y el Yang se oponen al tiempo que se necesitan y complementan. El egoísmo, la supervivencia, lo material ante la inocencia, el sacrificio, lo espiritual. Uno no puede existir sin el otro. El arte es el caldo de cultivo donde pueden encontrarse, dialogar brevemente. La pérdida del otro conduce al caos y la locura.
Zampanó y Gelsomina somos todos.

P.D. Inconmensurables, Quinn, Giulietta y Basehart. Inolvidable la música de Nino Rota. Excelente la fotografía de Otello Martelli.

cineziete.wordpress.com