El significado de Abracadabra, con c o con k, la palabra “mágica” por excelencia se pierde en el origen de los tiempos. Sea Sumeria, Aramea o Hebrea, se relacione con Dios o con el Diablo, siempre antecede a un hecho mágico o extraordinario. A veces, muchas desgraciadamente, es lo que esperan que ocurra o necesitan muchas mujeres maltratadas, para despertar de su particular pesadilla.
Pablo Berger a tan loable propósito le añade la coletilla con la que continúa el conjuro popular: pata de cabra, en un gozoso esperpento cañí marca de la casa a mayor gloria de Paco Delgado que lo borda y nunca mejor dicho con el vestuario como ya lo hiciera con “Blancanieves” (2012)

El cine de Berger que también guioniza, en sus tres entregas hasta la fecha, es imaginativo y con vocación de sorprender en cada una de ellas y aunque el resultado acaba siendo a mi juicio desigual, lo consigue y se agradece. Con un reparto entregado en el que destaca una Maribel Verdú a la que (sé que es un problema mío) siempre la veo actuar, componiendo con acierto un personaje no por estereotipado menos real y representativo. Excelente trabajo de Alfonso de Villalonga con la música. La cosa arranca de forma prometedora, se va diluyendo en un popurrí de géneros con escenas de desigual fortuna (la del piso rompe el ritmo y no aporta demasiado), mejor la de la discoteca en la que Berger da rienda suelta a sus mitos cinematográficos. Al final retoma las riendas del asunto en un final tan previsible como esperanzador.
El cine de Berger tiene puntos en común con el de Almodóvar o el de Alex de la Iglesia pero mantiene intacta su personalidad. A mi me gusta más.

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