La preposición "sobre" del título original da un matiz más ajustado que "en" por la que ha sido sustituida en el título español. Así pues la directora húngara en su octavo largometraje en casi treinta años, vuelve a la pantalla con una interesante y original reflexión sobre  el cuerpo y el alma. Para ello se sirve de una historia de amor de dos seres humanos en diferentes estadios de su vida, madurez y juventud, aquejados ambos de problemas físicos él y psicológicos ella y con el denominador común de la soledad asumida como inevitable.

Ambos viven para su trabajo que no es otro que un metafórico matadero de reses donde uno puede imaginar todo tipo de analogías con la vida humana amén de asistir con crudeza descarnada al final angustioso y trágico de estos animales, que probablemente hayan vivido en condiciones nada dignas para un ser vivo, solo para satisfacer nuestro desmedido e innecesario apetito carnívoro en contraposición con la supuesta vida en libertad que representan la pareja de ciervos con la que sueñan los protagonistas. No sabemos si Enyedi ha querido hacer un alegato animalista, pero la reflexión esta ahí.
Esta pareja de ciervos es la conexión onírica que conecta las almas de los dos personajes centrales. Una bella y original idea que da pie para superar los traumas de ambos y demostrar que como decía el otro: la belleza está en el interior y desde allí se puede llegar realmente a amar. Ambos iniciaran un aprendizaje por diferentes caminos desde el respeto y el descubrimiento mutuo que les llevará a soñar la vida juntos. Ya lo dijo Calderón.

Lo cuenta Ildikó con sutileza, sencillez y belleza, con atención y mimo por los detalles, humor, crudeza y poesía en un equilibrio notable donde la pareja protagonista realiza un brillante trabajo actoral y más teniendo en cuenta que para Geza Morcsányi es su debut como actor. Flamante Oso de Oro en el Festival de Berlín como dijo el presidente del jurado Paul Verhoeven, una película solo accesible desde un corazón generoso.

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