“Matar a Jesús”, segundo largometraje de la colombiana Laura Mora rezuma una inmediatez casi documental, reflejo de una realidad atemporal colombiana centrada en la ciudad de Medellín, desgraciadamente sinónimo de desigualdad social, corrupción y violencia que la hermana con otras mega urbes sudamericanas como Ciudad de México donde los narcotraficantes han enraizado sus tentáculos difíciles de extirpar por unos gobiernos locales impotentes cuando no corruptos ante tanta barbarie institucionalizada.

La propia directora tuvo que buscar en Australia el espacio vital necesario para poder desarrollarse personal y profesionalmente después de que su propio padre fuera fruto de dicha violencia. Ahora, tras un sueño premonitorio según cuenta ella misma, decide exorcizar sus demonios y ficcionar su propia experiencia traumática. Lo hace cámara en mano, saliendo a las calles de Medellín con actores no profesionales lo más cercanos a sus roles de ficción y aunque lo hace sobre un armazón de trhiller convencional, lo descodifica en aras de una verdad donde los miedos, las inseguridades y las preguntas sin respuestas afectan al ritmo y desmitifican “la aventura”.

La utilización de jerga local y la patente bisoñez de sus protagonistas son un arma de doble filo que dificulta su seguimiento (muchas conversaciones no se entienden y falta profundidad en los sentimientos). Laura Mora lo compensa con la propia ciudad y sus ambientes, con un final algo previsible donde la moraleja final no por loable deja de ser descorazonadora.

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