Parafraseando a Groucho Marx diría que: he visto una película de serie B estupenda, pero no ha sido esta. Y quiero pensar que el Fuller curtido en mil batallas (reales) y del que admiro muchas de sus películas ("Manos peligrosas" / 1953, por ejemplo), no se llevaría las manos al puro si afirmo que la película es mala de cojones. Espiga de oro en el festival de Valladolid, cinta de culto, nominada en la lista del 2001 del American Film Institute como una de los 400 films más conmovedores. Sobre gustos...

Fuller tenía el culo pelado de toda una década, de los 50 en hacer films con "dos dólares" para la Allied Artists, que la comercializaron como "explotation" para relleno de programas dobles. Rodada en 10 días y sin exteriores. El guión y la dirección de actores son infames. Los voluntariosos Peter Breck y Constance Towers (que áun vive) dan rienda suelta a interpretaciones histriónica, gritonas y desaforadas mucho antes de que se desarrollen en ese corredor falseado con enanos al fondo para lograr mayor perspectiva de profundidad. La cosa se me atrangató a los cinco minutos. Si no fuera porque Fuller se siente libre para juguetear con las imágenes y que detrás de la cámara esta un genio como Stanley Cortez no hubiera podido terminarla. El estilo de Fuller está presente y se le ven las ideas pero no consigue hacerlas despegar. Ni la crítica social que aqueja a su país servida en pildoras por unos personajes planos, ni a las instituciones de salud mental ni los afanes  egoistas de su protagonista para resolver un crimen (todo este segmento es patético) y obtener fama profesional funcionan.

En en 48 Anatole Litvak filmó "Nido de víboras" con Olivia de Havilland  reivindicandose como actriz dramática, con un personaje que es internado en un centro psiquiatrico. Disfruten la diferencia. Y ya puestos "Alguien voló sobre el nido del cuco" (Milos Forman / 1975) a la que se suele citar como heredera de la que nos ocupa. No hay color.

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