En estos tiempos, siempre convulsos como todos, en que al menos soplan vientos de reivindicaciones y empoderamiento femeninos la vida de la prolífica y polifacética escritora de Pensilvania Louisa May Alcott (1832-88) ya está tardando. Mientras que alguien se anima con su totalidad nos conformamos con sus experiencias de juventud plasmadas en ese libro casi de encargo que es "Mujercitas" publicado en dos volúmenes en 1868 y 69 con gran éxito. "El mejor de los libros para llegar al corazón de los jóvenes de cualquier edad, de seis a sesenta años" como fue calificado por un crítico en su momento. Obviamente acertó cuando durante siglo y medio "Mujercitas" sigue periódicamente siendo foco de inspiración. Desde 1912 ocho adaptaciones teatrales, la última en 2018. Desde 1917 siete películas incluida esta última que nos ocupa. Nueve adaptaciones para televisión dos de ellas anime. Cuatro musicales, una ópera y dos versiones radiofónicas. 

Greta Gerwig viene desde hace tiempo pisando fuerte como actriz, guionista y últimamente como directora. Su versión no es mejor ni peor que las anteriores es digamos que la penúltima adaptación a los tiempos que habitamos. Afronta riesgos formales en su discurso narrativo que asume con convicción en un ir y venir temporal que es cierto que puede restar intriga y cierta emoción a unos hechos que no transcurren de forma lineal, pero que a mi juicio quedan equilibrados y compensados por la fuerza de sus personajes y el trasfondo de una historia que funciona del derecho y del revés. Como en toda versión incide en determinados momentos y afloja en otros para gusto y disgusto de los que peinan canas y se saben las anteriores versiones. A mi me ha emocionado tanto o más que las otras, y alabo su discurso feminista con un final impecable.

He de reconocer que el elenco masculino no está a la altura de la brillantez del femenino. Sabido es que adoro a Saorsi Ronan. Watson, la recién llegada Scanlan y sobre todo Florence Pugh no le van a la zaga. Laura Dern y La Streep siempre están bien. Sigo sin embargo, de momento, sin acabar de empatizar con este actor jovencito desgarbado que está de moda, un Timothée Chalamet (estupendo en "Call me by your name" eso sí) al que algunos de los personajes que ha interpretado le vienen , a mi juicio, tan grandes como la ropa que luce su personaje en esta cinta.

No podemos terminar sin valorar la gran labor de diseño de vestuario y la fotografía, con momentos de una belleza plástica sobrecogedora, ya sea en los cielos nubosos o esas escenas luminosas de playa dignas de Sorolla. Las versiones de "Mujercitas" no han terminado, siguen siendo necesarias.

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