Escribe Jean Michel Frodon en su comentario sobre la película en "1001 películas que hay que ver antes de morir" de Steven Jay  que para un espectador occidental descubrir esta película después de 40 años de su estreno (para mí 60) es un sentimiento maravilloso. Servidor no utilizaría tal adjetivo extremo pero sí que me ha sorprendido, me ha golpeado como un hallazgo sorpresivo de un objeto extravagante, barroco, misterioso e inquietante de un director con una extensa obra, que triunfó en su país en la década de los 60, consiguió mantener su independencia como autor a pesar de sus concesiones con documentales de propaganda al gobierno USA después de la IIGM y a su propio gobierno anticomunista en los 70. Kim se apoyó casi siempre en el género más popular en su país en su momento: el melodrama. Y sobre él volcó todas sus obsesiones personales y de crítica social.

Dado que "La criada" (Hayno, aunque el traductor de Google escribe Hanyeo) es considerada su mejor película y una de las mejores de la historia de Corea del sur, sirva pues como el botón de muestra ideal de su cine. Más si cabe dado que el tema que plantea en la película forma parte de una trilogía y está presente en su obra a través de los años.

Las múltiples influencias del cine occidental de las que Ki-young (1919-98) se empapó en sus inicios en Japón, los métodos de actuación de Stanislavski,  su fervor por la tragedia griega y por autores como Ibsen u O´neill amalgaman un cóctel explosivo y excesivo con aporte de esencias surrealista que le emparentan con Buñuel en el fondo y me atrevería a añadir Hitchcock en la forma. Todo ello lo "vomita" Ki-young en esta historia agobiante y malsana, claustrofóbica que nos atrapa sin salida como ese piso imposible de paredes con nervaduras que engulle a sus protagonistas como un animal que se alimentara de sus pasiones, sus egoísmos y sus miedos.

Cuesta entrar en la interpretación de tales excesos, pero la fuerza de las imágenes, apoyadas también por una bso tan excesiva como el resto y el compromiso de los actores con una Eum-Shim Lee que pagó caro su brillante composición como femme fatal (otra de las constantes de la obra del director) y nunca volvió a ser contratada por la fuerte identificación popular con su "malvado" personaje. Porque las interpretaciones y las lecturas psicológicas y sociales sobre la modernidad y la tradición, la burguesía, las diferencias de clases e incluso la misoginia que afloran en la cinta dan para mucho debate. Personalmente lo que más me ha impactado es su manejo de las imágenes y la puesta en escena con las que consigue mantener la desazón en el espectador  y la incertidumbre de que cualquier cosa puede ocurrir. Ki-young tiene que ceder a la postre a una coda estrambótica  impuesta para intentar dulcificar el asunto, pero es lo de menos.

Baste decir para terminar que el director fue revalorizado en su país e internacionalmente en los 90, que la película ha sido restaurada y apadrinada por Scorsese y que las nuevas generaciones de exitosos directores surcoreanos incluido el oscarizado Bong Joon-ho que le considera su mentor le rinden tributo y pleitesia. Im Sang-soo hizo un remake en 2010 y Park Chan-wook autor de la notable "La doncella" (2016) aunque nada tenga que ver con la que nos ocupa asevera que Ki-young  "Es capaz de encontrar y retratar la belleza en la destrucción, el humor en la violencia y el terror".

cineziete.wordpress.com