La "Operación Reinhard" avalada por el alto oficial nazi Reinhard Heydrich apodado "El carnicero de Praga",  "El Verdugo" o "La Bestia rubia" en la Conferencia de Wannsee con representantes civiles, policiales y militares de la Alemania Nazi, apenas duró un año, el 42, dando lugar a la construcción de tres campos de exterminio (Sobibor, Treblinka y Belzec) debidamente equipados con cámaras de gas todos ellos en una Polonia ocupada cuya población o al menos buena parte miró para otro lado beneficiándose en muchos casos de bienes y propiedades en una complicidad que les deshonra. Fue el inicio, el "capítulo piloto" de una serie de Horror con mayúscula llamada "la solución final" con la que el siempre "eficiente" sistema de trabajo alemán burocratizó, sistematizó e industrializó el asesinato de millones de personas en su mayoría judíos. En ese año 42 dicha "eficiencia" quitó la vida en torno a 1.700.000 seres humanos. En Sobibor, que solo estuvo en funcionamiento 6 meses, murieron más de 200.000 entre judíos y gitanos. Se cuenta pronto, en apenas un párrafo, ocurrió "antesdeayer", ni ochenta años, en plena Europa paradigma de la civilización. En contra de aquellos que prefieren olvidar y pasar página, no remover a los muertos, no "abrir heridas" (que nunca se cerraron) o incluso  niegan los hechos, en pos de un futuro que amenaza con repetir ese mismo pasado si no aprendemos de él, películas tan imperfectas como esta son bienvenidas. Los referentes indispensables son "Noche y Niebla" (Alain Resnais / 1955) y "Shoah" (Claude Lanzmann / 1985).

En el campo de Sobibor "el silencio de los corderos" se rompió como excepción a la regla (esta sumisión del pueblo judío da para mucha controversia) capitaneados por un oficial de nacionalidad rusa, (la mayoría eran judíos rusos), Aleksandr Pecherski (1909-90) organizando y llevando a cabo una fuga en la que murieron varios soldados y oficiales alemanes. De los 400 reclusos que escaparon, 100 murieron en el intento y otros 150 fueron capturados y delatados por las poblaciones polacas aledañas al campo.  La U.R.S.S nunca se lo reconoció a Pecherski y Stalin le "premió" con 6 años de  confinamiento en una de sus periódicas purgas.

El veterano actor Konstantin Khabenskiy debuta como director y nos lo cuenta de forma deslavazada, voluntariosa (la notable producción consigue verosimilitud en la puesta en escena), carente de épica, con excesivos e innecesarios subrayados de todo tipo y sobre todo con un esquematismo sin matices, que apuesta por un rosario de crueldades (entre las muchas cometidas) sin que en uno y otro bando haya personajes, incluido el propio Khabenskiy que encarna a Pecherski. con el  suficiente perfil sicológico necesario para que la cosa no caiga, que cae, en un maniqueísmo demasiado simple que a la postre resta profundidad al fondo del asunto. Consigue eso sí, algunos momentos de tensión narrativa y nos muestra en toda su crudeza (bueno eso es casi imposible) y de forma explícita momentos espeluznantes que algunos consideran que no deben ser mostrados. Juzgue cada cual.

cineziete.wordpress.com