La Huppert se apunta a un bombardeo. Como este que Bozon hace sobre el género de institutos con alumnos marginados y rebeldes, tan prolífico últimamente en el cine francés. Bozon lo pasa por su turmix solapando géneros en un extravaganza que toma de la novela de Stevenson poco más que lo justo, para cambiar el signo vital y profesional de la atribulada profesora que encarna La Huppert, cuya sola presencia eleva en lo posible esta particular mirada angulosa, paródica por momentos y que mira al problema de la educación con una óptica deformante, con un cristal formal diferente que a la postre difumina el fondo de la cuestión. 

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