Astrid Lindgren (1907-2002) tuvo que madurar deprisa en el ambiente cerrado y puritano de su pueblo natal en Suecia a principios del pasado siglo. Su relación adolescente con un hombre 30 años mayor que ella  y su embarazo a los 18 años la pusieron al borde de un abismo emocional que Astrid supo afrontar y superar gracias a su carácter luchador y a su ansia de libertad. Siempre se le dio bien contar historias; del germen de su experiencia adolescente y de las que imaginó para sus hijos surgieron aquellas historias que la convirtieron en una de las más importantes autoras de literatura infantil universal. Un literatura rompedora cuyo mejor ejemplo fue y es esa niña anarquica y libertaria de calzas largas llamada "Pippilotta Viktualia Rullgardina Krusmynta Efraimsdotter Långstrump".  Una niña que vino a revolucionar la infancia alejada de prejuicios, convencionalismos y discriminaciones. Una bomba al orden preestablecido que en algunos países como España tardaron en digerir. Pippi representa aquello de "la imaginación al poder". La famosa serie de televisión del 69 tuvo que esperar en nuestro país hasta el 74 para que la pelirroja de tiesas coletas, su mono, caballo y amigos entraran en nuestras casas.

La directora danesa Pernille Fischer  de la que ya nos gustó su anterior trabajo "Alguién a quien amar" (2014) nos acerca al drama adolescente de Astrid con solvencia en la producción, en un biopic que transita por caminos reconocibles y cuya mayor baza es la elección de su protagonista una Alba August (hija del director Bill August y de la actriz y directora Pernilla August) que hace suyo el personaje y lo defiende con credibilidad y tanto tesón como el que necesitó Astrid para salir adelante con su primer hijo. Sin Alba August en ciertos momentos pesaría más de la cuenta un metraje algo estirado y una narración algo repetitiva. Una propuesta al cabo en la ola feminista que viene batiendo con fuerza las pantallas en los últimos tiempos y que acierta al elegir como un ejemplo a Astrid Lindgren. Su segunda hija ha declarado que a su madre no le hubiera gustado que la película contará sus interioridades, aunque en Suecia eran de dominio público. De todas formas y en cualquier caso, en palabras de Pippi: "el mundo está lleno de cosas y es necesario que alguien las encuentre".

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