Sin desmerecer la actuación de Jacob Cedergren, uno puede tranquilamente quitar la imágen de esta película y limitarse a escucharla como si fuera la radio y no perdería nínguna de sus virtudes y defectos, que también los tiene. Claro que esto es cine. Dicen que una imágen vale más que mil palabras, cosa muy discutible, sin ir más lejos los libros suelen ser mucho mejores que sus adaptaciones a la pantalla. En cualquier caso el director Cedergrem apuesta con originalidad y riesgo dado el medio, porque sean las palabras las que vayan construyendo las imágenes en la mente de cada espectador. Su guión escrito por él mismo es pues la clave de todo. Necesita giros constantes y que demos por bueno algunas acciones de lo que no vemos que no están demasiado justificadas, pero que nos atrapan y nos convierten en "cotillas" privilegiados manteniendo la tensión. En paralelo la propia peripecia vital del policia que atiende el 112 que acaba por solaparse en una autocrítica y toma de conciencia, cuando menos cogida con pinzas. A la postre la cosa funciona como un corto extendido al que se le agradece apostar por caminos diferentes.  Se llevó el premio del público en Sundance y la crítica le ha otorgado sus parabienes y es que de todo tiene que haber en la viña del Señor.

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