El sobresaliente alumno de la escuela polaca de cine de Lódz presentó sus credenciales bajo bandera polaca con "El cuchillo en el agua" un "tour de force" técnico en el que rueda el conflicto de tres personajes sin salir de una pequeña embarcación. Fue su pasaporte internacional con nominaciones al Oscar y al BAFTA y premio FIPRESCI en Venecia.

Saltó al Reino Unido, películas en inglés y mayores presupuestos. "Repulsión" iba a ser casi un aperitivo de serie B para recaudar fondos para su siguiente film menos comercial "Callejón sin salida". Pero esto es lo que tienen los genios, que con poco barro que les den te hacen una venus. Y "Repulsión", su segundo trabajo en solitario escandalizó cosechó premios, rompió moldes, aglutino las mejores influencias de los mejores cineastas (Agnes Varda, Godard, Hitchcock, Buñuel...), estilos (clásico USA y nouvelle vague) y géneros (drama psicológico, terror), todo ello pasado por su propio filtro de autor. Acabó siendo de lo mejor de su notable filmografía.

La cámara sale a la calle como marcaba la tendencia de la época, para mostrar un Londres bullicioso de los 60, pero que a través de la mirada ausente de su protagonista se torna frio, austero, irreal, con esos músicos callejeros inquietantes que parecen sacados de otra época. Pero sin embargo es en los espacios pequeños y opresivos donde Polanski se mueve como pez en el agua, iniciando con esta película la llamada "trilogía del apartamento"; aquí el entorno viene a ser un trasunto de la mente de la protagonista que progresivamente se va degradando y transformando al compás de su paranoia traumática, casi con toda seguridad provocada por abusos sexuales en la infancia. La escena final es realmente sobrecogedora.

Es cierto que el director se toma su tiempo en arrancar produciendo un cierto desconcierto en el espectador que acude a un film de terror, pero una vez que se pone a la faena la espiral del remolino te engulle sin piedad y para la época debió ser impactante, aún lo es. Guiños muy apropiados al surrealismo de Buñuel, una fotografía espléndida en blanco y negro de Gilbert Taylor que acababa de hacer lo propio con "¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú" y un notable puntaje musical de Krzysztof Komeda con el que ya había colaborado en cortos.

La Deneuve, que aún no lo era, cambió de registro y salió más que airosa de la responsabilidad que recayó sobre ella al soportar su omnipresencia ante la cámara y reflejar en su mirada ausente los desequilibrios de su mente.
"Repulsión" sigue vigente y ahora que salen a la luz muchos abusos cometidos en la infancia que estaban silenciados, muestra a que extremos pueden llevar dichos traumas. Imprescindible.

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