Lo tiene todo para convertirse en un clásico de los vampiros; la historia del personaje de Blade es buenísima y también la diferenciación entre los pura sangre y los que no lo son. Además, el personaje de Stephen Dorff es muy bueno y el lo borda.
Pero, y ahora viene lo malo, la historia se desarrolla en un permanente vacio que no le da la atmósfera de grandiosidad que podría haber tenido claramente. No sé, me gustaría haber visto una caída mejor contada de los vampiros pura sangre de manos de Frost.7
En general quizás le faltó historia que contar y le sobró vampiros que matar.

De todas formas, es una película recomendable y un miniclásico.