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España España · Madrid
Voto de Áralan:
8
Serie de TV. Acción Serie de TV (2010). 13 episodios. Traicionado por su país. Convertido en esclavo. Renacido como guerrero. Spartacus protagoniza la historia más gráfica y visceral del gladiador más famoso de Roma. Con un reparto estelar, asistimos a una mezcla única de acción, efectos gráficos y brutales batallas. Separado del amor de su vida, Spartacus tendrá que luchar por su supervivencia, participando en un espectáculo, donde el principal ... [+]
19 de abril de 2010
16 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se acaba el último episodio de la primera temporada de Spartacus: «Matadlos a todos», donde el subtítulo «sangre», que inundaba antes todo, cobra pleno sentido.
La serie empieza sin cortarse: sexo explícito homosexual y heterosexual, acepciones con poco significado entonces y del cual abusan a ratos (abstenerse mojigatos); violencia por un tubo que está exagerada (abstenerse moralistas que creen que ciertas cosas no deben mostrarse), ambientación histórica a ratos (P. ej: los gladiadores entrenados no morían en el porcentaje que mueren aquí porque le costaban al lanista un dineral entrenarlos y mantenerlos -abstenerse los que, por ejemplo, crean que Terrence Malick filmó una guerra como era en La delgada línea roja o que piensen que Haeneke sabe de lo que habla en La cinta blanca, cuya base en un idiotez histórica sobresaliente, y los que les encanten los ejercicios intelectuales de pacotilla de gafapasta que parecen saber de lo que hablan solo porque hablan bien y, finalmente, abstenerse también los que crean que por ser de bajo presupuesto y/o europea y/o y critique el sueño americano, el producto tiene que ser bueno por definición-). Vemos también romances a tutiplén con unos pibones de impresión, intriga y venganza con unos diálogos y una trama que empezaron regulares, siguieron malos, mejoraron bastante y terminaron con bastante dignidad, ganando en matices hasta, literalmente, dejarte en suspenso y deseoso de saber qué ocurrirá luego.
Esto es ficción, no Historia. Se busca entrentener, no educar. Es curioso observar, por ejemplo, cómo si Tarantino mata a Hitler, a Goebbles, a Göering, a Himmler y a su santa madre en un cine es una obra de arte, pero si las superproducciones se toman otras libertades, son una guilipollez aptas solo para lerdos.
Dejemos a los creadores libertad. El realizador quiere atraparte en su mundo, embaucarte con su estética, con su forma de narrar. Otros dicen que el arte es asentir a lo que una élite dice que es arte: los críticos profesionales (esos que cobran por hablar de lo que otros hacen y ellos son incapaces de imaginar o, como dijo alguien, esos parásitos que son una mala mezcla de directores frustrados y pésimos escritores... y que cobran por serlo). Esta serie, conmigo, lo ha conseguido: te lleva donde ella quiere, cuenta el tema que quiere a su manera, como me ocurrió con las andanzas de Tito Pullo y Lucio Voreno en «Roma» -siendo esta magistral-. No sé si arte y dudo que nadie lo sepa, pero no busco un ejercicio intelectual. Busco entretenimiento. Nadie sabe que impelió a Espartaco a iniciar su rebelión, pero esta historia te la puedes llegar a creer en muchas partes. No aspira a ser arte ni Historia, solo quiere contarte una historia a su manera: con sangre, con sexo, con violencia y todo llevado a lo que hoy consideramos extremos para lo que la mojigata televisión (salvo por Los Tudor, Roma y algunas contadas más) nos tiene acostumbrados.
Bien por ella y que siga así. Y mejor.
Áralan
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