Por fin consiguió John Ford en 1962, tras sucesivos intentos y grandes aportaciones al género, filmar una genuina, sobria y, por qué no decirlo, obra maestra.
Pero esta película parece que no es de John Ford, ya que sus anteriores westerns eran películas de aventuras, tiros, persecuciones, grandes y bellos paisajes naturales, elementos cómicos, etc.; pero en el caso que nos ocupa, se trata de algo totalmente nuevo y original: el primer western crepuscular y realista de la historia del séptimo arte que viene a dignificar, de manera definitiva, al género y a desmitificar la colonizacion de las tierras del salvaje Oeste (mito de la frontera).
También es innovador en su estructura formal; así, a través de un largo "flashback" se nos cuenta la historia de un joven abogado que intenta acabar con el vandalismo, la criminalidad y la ausencia de ley en un pueblo perdido del Oeste norteamericano en el ocaso del siglo XIX. El proceso de alfabetización, la transición a la modernidad y la ordenación progresiva de la sociedad rural de estos pueblos también quedan expuestos en el film de manera elocuente y explícita.
Magníficas interpretaciones de James Stewart, de John Wayne y del malvado Lee Marvin, y excelente guión, dirigido por un John Ford en estado de gracia.
Puede ser considerado el mejor western de la historia, con permiso de "Sin perdón" de Clint Eastwood.