Por ejemplo: es por la noche y sale corriendo la institutriz de su habitación porque descubre que en el dormitorio del niño no se encuentra éste, va por diversos pasillos hasta salir de la casa y luego sigue su carrera por la orilla del lago. Allí, en alguna parte, se topa con el cuerpo en el agua y boca abajo. Cuando la atribulada institutriz lo agarra de la ropa para sacarlo, el jodido niño levanta la cara del agua, se gira descojonado y sólo le faltó decir ¡sorpresaaaaa!
Pero vamos a ver, por muy bisoño que sea el director, cómo se le ocurrió rodar algo así con la pretensión de que fuese creíble. Si esa noche en la habitación del niño está encendida a tope la chimenea, se supone que hace frío incluso dentro de la casa; entonces cómo demonios nos vamos a tragar que el niño está un ratazo en el agua pese a la temperatura...y sin respirar.
Realmente, no concibo cómo pudo haber productores para que se rodara esta flojísima película si la comparamos con la imbatible -ninguna versión posterior ni siquiera pudo igualarla- "Suspense", que es como se llamó en España a la lograda obra del director Jack Clayton ("The innocents", en Gran Bretaña y otros países anglófonos). En cuanto a la genial institutriz de ese filme de 1961, Deborah Kerr, si levantara la cabeza para echar una ojeada a "El celo", le sería difícil reprimir una de sus mesuradas sonrisas sarcásticas.
Por último, en la parte técnica, el sonido de la película objeto de esta crítica es un auténtico desastre.