Inception parte de una idea bastante interesante, llevar a cabo una misión de ingeniería social en la cual un grupo de navegadores de sueños deben plantar una idea en la mente de otra persona, de forma que ésta la crea suya y nunca sospeche nada. Un concepto de ciencia ficción que podría dar bastante de lo qué hablar con todas las implicaciones que conllevaría. Pero lejos de complicar esa idea, que se podría, el director prefiere usarla para desarrollar una película al más puro estilo James Bond, con grandes dosis de acción y con el aliciente de desarrollarla en diferentes capas de sueños, abriendo un abanico de posibilidades visuales sin igual. Además, se añaden temas inherentes a la historia que también resultan interesante: la pérdida de la noción de la realidad y, en sí mismo, el significado mismo de realidad; lo fácil que es perderse en recuerdos y remordimientos; los entresijos de la mente humana.

Pese a la complejidad de los temas tratados, que el espectador no se asuste, Nolan tiene cierta inclinación por sobreexplicar sus películas y simplificar las ideas, lo que a veces juega mucho en su contra, pero en Inception no abusa de ello y lo hace en su justa medida. No te vas a perder. Eso es lo que hace esta película buena en gran parte: es una buena historia dentro del cine comercial, por lo que puede agradar a un público bastante amplio. El ritmo es vertiginoso y mezcla adecuadamente ciencia ficción, acción y drama.

Por si fuera poco, tiene una gran banda sonora, y recomiendo escuchar aparte el tema ‘Time’ de Hans Zimmer, una de sus mejores partituras. Además, el reparto es de lujo y destacaría en especial a DiCaprio, sobre el que recae la mayor carga dramática del filme y que saca adelante con una más que solvente interpretación.

Tiene un mensaje final sobre la importancia de saber perdonar, en especial a uno mismo, para avanzar y no perderse en recuerdos pasados. Y poder así, al fin, abrazar la realidad.