Esta vez cambiamos de maldición con otras dos películas más de una franquicia sin nada que ofrecer a estas alturas. Contando versiones japonesas y norteamericanas se hicieron la friolera de 9 películas en una década. Queda claro que está completamente sobreexplotada, trate o no de Kayako y compañía.

En 2009 se estrenaron tres películas de Ju-on. Una correspondiente a la tercera parte del grito cuyo visionado supone sufrimiento y vergüenza, bodrio entre bodrios. Y otras dos pertenecientes a la franquicia japonesa, en clave de spin-off y con la pretensión de homenajear la primera película usando sus elementos en una historia diferente, obteniendo irregulares resultados.

La que nos ocupa, White Ghost, es casi una película amateur o esa es la sensación. Personajes interpretados por actores equivocados de profesión la van palmando por entrar a una casa donde pasan cosas raras. Se sigue el patrón de estas películas, con segmentos desordenados y diferentes protagonistas para darle un poco de energía a una historia casi nula. Conseguido el tufo a telefilm (¿intencionado?) todo lo demás hace aguas.

Los nuevos fantasmas son ridículos, no dan ni risa, solo pena. Con lo efectivo que resultaba una simple capa de blanco, aquí se opta por una careta cutre de cgi que no viene a cuento. No hay ambientación, por lo que no hay mal rollo, y las apariciones fantasmales son los típicos sustos de toda la vida. Por tanto lo bueno que tenían las otras películas aquí se va al traste y el resultado es una basura, porque así no hay forma de esconder la ausencia de un argumento y todo se queda en una tomadura de pelo absurda.

Además, ¿qué sentido tiene la premisa? Una maldición se crea cuando alguien muere en un estado de extrema tristeza u odio. Mentira, se crea siempre muera quien muera y en el estado que sea. En eso han degenerado las secuelas.

Ah, el niño gato de las otras entregas hace un cameo que no viene a cuento, y en solo diez segundos le da tiempo a provocar vergüenza ajena. Todo un logro.

No merece la pena.