Descafeinada secuela de ‘El hombre invisible’, que si bien sale perdiendo en todo frente a su antecesora aún resulta un entretenimiento decente.

La historia sigue un poco la línea de la anterior entrega, solo que esta vez el protagonista no es un sádico científico loco de risa histriónica que solo quiere sembrar el caos y está embriagado de poder. En su lugar tenemos a un hombre condenado por asesinato que busca demostrar su inocencia y aprovecha la invisibilidad para evadir las autoridades y descubrir la verdad. Se la va un poco la pinza en ocasiones, pero nada de lo que preocuparse.

Vincent Price sorprende haciéndolo bastante bien, aunque ni punto de comparación con Claude Rains. El resto del reparto correctos sin más y los efectos especiales continúan rindiendo a alto nivel. El tono es el de una comedia más ligera.

Es una película agradable, que sin destacar en nada logra amenizar la tarde.