Esas dos frases son las que me vienen a la cabeza cada vez que veo esta película. Ya le he visto un par de veces pero es que me sigue gustando tanto, o más, que cuando la vi por por primera vez. Me parece que el acierto está, además de en el reparto, en hacer sentir al espectador lo que siente el personaje de la cinta. Y Terry Gilliam lo consigue señores. Consigue que nos identifiquemos con el personaje de Bruce Willis, hasta conseguir que nos preguntemos cada diez minutos «¿pero qué es esto? ¿Qué invento es este?».

Creo que es una de las pocas películas que he votado con un diez porque me parece que la vea ahora o dentro de veinte años no dejará de gustarme, de hacerme pensar, de hacer que me meta en la historia. Creo que ha hecho una película por la que no pasa el tiempo, es como esas películas en blanco y negro que vemos ahora y siguen gustando. Cuando cambie el formato del cine actual -si es que cambia- se seguirá viendo esta película como lo que es, un clásico del cine de ciencia ficción, una película de culto -esto último no porque sea una película para un público minoritario sino por todo lo contrario, porque gustó a muchos-.