Una vez oí a un director de cine decir, a finales del pasado milenio, que no entendía por qué en España se estaba denostando a la comedia española, cuando era el género más prolífico y autóctono que teníamos. Se le olvidaba fijarse en el detalle de que durante el desarrollo del cine, aquí había una dictadura, y poco más que comedias payasas se podía hacer. Pues ése es el sentimiento que he tenido al ver este corto: se parte de una premisa atractiva, un niño que descubre un agujero de gusano temporal y que le comunica con su futuro, pero en lugar de elaborar una historia con ello, el guión se llena de bufonadas.

Felicito a Olga Osorio, porque parece que su corto está teniendo muy buena acogida, pero a mí, personalmente, no me ha gustado.