12 de enero de 2015
16 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y eso que Hitchcock lo intenta: contiene una serie de ideas visuales de auténtico genio, pero insuficientes para que olvidemos el absoluto disparate al que asistimos. Para empezar, el guión es hijo de su tiempo y desgrana una trama de psiquiatras y crímenes que, con los ojos actuales, es ridícula a más no poder. El psicoanálisis tuvo su momento de gloria, pero los años no le han sentado bien y todo lo que se cuenta en la película parece tener el mismo estatus científico del vudú, de forma que el espectador alterna los momentos de perplejidad, risa histérica y justa indignación. Si a eso le añadimos que dos grandes figuras como Bergman y Peck están simplemente penosos, y recitan sus disparates sobre recuerdos reprimidos y traumas mentales con mirada bovina perdida en el horizonte, el suplicio es importante. Pero hay más: el mensaje de fondo es de un machismo tan sonrojante que a día de hoy probablemente habría sido denunciado: qué más da que una mujer sea brillante en un trabajo cualificado, pues solo un amor incondicional propio de Corín Tellado, pueril e increíble, podrá desfacer el entuerto. En resumen, un ejemplo paradigmático de cine clásico sobrevalorado hasta lo grotesco y completamente prescindible.
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?