Algo no acaba de funcionar en Fury, y como suele ser habitual es el guión. Las historias de tanques son muy atractivas, y las de la IIGM son el recopetín, pero se requiere mucho más talento del mostrado a la hora de escribir un libreto demasiado manido. Sin desvelar nada sustancial, la narración se centra en una curtida tripulación de blindados que reciben un nuevo miembro, un muchacho inocente, religioso y con mal disimulados escrúpulos hacia los métodos del frente. Hasta aquí es el colmo de la originalidad, pero creánme cuando digo que hay muchos lugares comunes más, dejando el Tópico Máximo para el final. Es una pena poque desluce el sólido trabajo de Brad Pitt y la jugosa recreación bélica: el tono es crudo y la sangre profusa, pero el mensaje final acaba siendo tan... Hollywoodiense que los amantes del género nos quedamos con un regusto amargo. En resumen, película amena pero que está a gran distancia de ese clasicazo que es The beast.