A día de hoy, creo que es la mejor película que ha sacado esa gran fábrica de churros que es Netflix. Si en todas las anteriores siempre he sacado alguna pega importante (guión absurdo, intrascendencia criminal, pomposidad vacua, etc) en el caso de Uncut gems estoy... satisfecho, copón. Es una película pequeña pero bien dirigida, bien interpretada y con muchísimo nervio. Lo que cuenta es el descenso a los infiernos de un vendedor de joyas neoyorquino que no es mala gente pero que está irremisiblemente abrazado a su ludopatía. Desde el minuto uno asistimos impotentes a una sucesión de malas decisiones que nos hace removernos incómodos hasta los títulos de crédito. Los Safdie hacen un buen trabajo con el ritmo (vivo, pero perfectamente seguible) y con la planificación, de modo que pegan de manera impecable la cámara a un Sadler con avispas en el culo y que no para de moverse durante todo el metraje entregado a una orgía de trapicheos. ¿Y el bueno de Adam?: bien. Que sí: bien. Coge el papel por la pechera, lo zarandea y lo hace suyo. Está magnífico en la expresión corporal, en la voz y realmente hace creíble a ese judío neurótico que teniéndolo todo en el fondo quiere acabar con nada. Destacaría también el clímax de la película, en el que consiguen que una situación bastante abracadabrante y de alto voltaje quede plausible; es de ley aplaudir el trabajo de Eric Bogosian en esta escena porque es capaz, sin decir una sola palabra, de transmitir con su mirada una evolución de sentimientos muy meritoria. En resumen, thriller muy recomendable y que reivindica a un Sandler que quizás debería aparcar las memeces que suele hacer para dedicarse a otros registros.