Me dijeron que las carcajadas de los demás espectadores no me dejarían oir parte del diálogo. No, eso es falso. Nos reímos todos durante la proyección en determinados momentos, sonreimos en otros y sí hubo alguna que otra carcajada. Esto que acabo de decir sucede de igual forma por ejemplo en una comedia de Billy Wilder, pero esto no es una comedia de Wilder ni su director quiso que lo fuese. Entonces ¿por qué si nos reímos igual, las películas no tienen el mismo valor? ¿No las iguala la risa? No.
Es evidente que alguien de, por ejemplo Murcia, otra persona de Cáceres y otra de Cádiz se ríen de manera diferente ante la misma situación. El humor es algo universal, la risa no. Como en el dolor, hay un umbral de la risa. Lo que es cotidiano en Cádiz, por ejemplo, tiene más gracia que muchos de los detalles cómicos de este film. El humor, cuando es espontáneo logra la risa. Esta película no es de humor, quiere ser directamente de risa sin pasar por la genial espontaneidad del gaditano o por la graciosa malafollá granaína sino por el mi arma y el ahivalahostia directos a la mandíbula y provocar el estallido de la risa utilizando esos códigos simples inteligibles por todos los españoles. Hay un topicazo celtibérico diluído por todo el celuloide que sirve de pegamento a las frases-monólogo de la pareja de enamorados. Se nota que no son actores, o aún peor, que no están férreamente dirigidos. ¿Se acuerdan de la dirección a la que se sometió Landa en el Crack? Claro, es que Landa es un actor y así cualquier director lo tiene fácil. De todas formas bienvenida sea esta cinta por el ratillo agradable que nos proporciona y mucha suerte y látigo de acero a quienes intenten dirigir en otra ocasión al genial Dani Rovira, que tiene gracia y produce risa, pero dicha risa, sin quitarle ningún mérito, hasta ahora procede del monólogo profesional ( por momentos éso parece la película) y en él se siente cómodo. Detrás del escenario del "club de la comedia" no hay un solo guionista creador con la mala leche berlanguiana que hay que tener en los redaños para hacer reir y pensar al mismo tiempo. Machi y Elejalde, chapó. Ah, Clara Lago, estudia hija, estudia mucho y cúrtete en el teatro, en el drama, en la comedia.... esto que te ha pasado con los ocho apellidos es un espejismo, procura que no te hipnotice y madura con fuerza. Creo que tienes mucho futuro si te arriesgas.