La más reciente entrega de Portes, Belzebuth, la cual se percibe totalmente deslindada de su línea previa con respecto a género, en esta ocasión opta por el horror, con un argumento interesante pero sin contundencia en el desarrollo de la trama además de la titubeante definición sobre la tónica de un filme que parece funcionar mejor como thriller.

Con un arranque ciertamente perturbador y atroz, la historia promete posibilidades dadas por la originalidad que proporciona la complejidad del contexto mexicano donde se enquista lo condenable y hasta lo macabro, al que hemos normalizado cómo parte de nuestro diario acontecer.

«Belzebuth» se centra en trágicos hechos perpetrados contra niños en quienes se encuentra el mesías, en su tercer llegada a este mundo. Las primeras víctimas son un grupo de recién nacidos entre los que se encuentra el hijo de Emanuelle Ritter, un agente de la policía que se verá marcado por esta desgracia y en la que pasado el tiempo volverá a ser parte de una investigación dolorosa, confusa y desafiante.

Un filme donde el aspecto social juega un papel importante para el desarrollo de la trama y en el que Emilio Portes se percibe más cómodo —junto con el elenco— es aquella donde la historia se entona como un thriller y lo paranormal se ensombrece por el escepticismo. Sin embargo, las posibilidades se van agotando durante el transcurso y lo pausado aunado a la constante repetición le cobran factura al resultado en general.

Aún con un elenco dónde Cosío corre con la carga dramática e incluso del desquicio, «Belzebuth» nos ahoga en el sopor ya tan característico de un género que escasamente puede provocar incomodidad o sorpresa.