Las opciones en el género de terror en México son sumamente escasos, gracias a dos motivos suficientes para casi aniquilarlo, la falta de recursos para la producción y a la incredulidad por parte de productores y publico para invertir dinero y tiempo en filmes de este corte. Para décadas pasadas uno de los exponentes más representativos del horror fue Carlos Enrique Taboada, con trabajos llenos de misterio que evitan al máximo escenas plagadas de gore, manejando más el aspecto psicológico, películas como: Hasta el viento tiene miedo, El libro de piedra, Veneno para las hadas y Más negro que la noche, todas son de aceptación y constante referencia.

Para los años 80’s y 90’s la situación se tornó aun más difícil en la industria cinematrografica mexicana y hay muy poco por recordar, tal vez Sobrenatural de Daniel Gruener, Terror y encajes negros de Alcoriza, son algunos por citar.

Para el 2007 se estrena con gran expectativa Kilometro 31, en la cual los debutantes se arriesgan con una trama original, que parte de la leyenda de la Llorona, quien se dice pena por las noches en cauces por la perdida de sus hijos a más de tres siglos de los hechos y de historias urbanas relacionadas con dicho relato. Es así que Rigoberto Castañeda comienza el éxito de su opera prima, la cual permaneció por varias semanas en cartelera y de la cual se obtienen nuevas posibilidades para el género hoy en día.

Con el debut de este cineasta también se abre campo para nuevos talentos, tal es el caso de Iliana Fox, que desempeña un papel aceptable, al encarnar a Agata y Catalina en diferente situación que va de la que sufre los estragos de un hecho sobrenatural trágico a quien la vive de forma constante e intranquila y que se encuentra al acecho de algo o alguien.

Los comentarios emitidos por el publico en diversos foros de cine se contrapone, unos son en total apoyo y otros encuentran los puntos débiles de la producción. Efectivamente es pausada, creando en nosotros los espectadores inquietud a falta de escenas de mayor impacto, pero que favorecen el final, como preámbulo (a mi parecer) de lo que yo considero fue lo mejor y que no le pide en absoluto al cine de otros lugares. El género de terror difiere aquí, en Inglaterra, Suecia, Estados Unidos, España o cualquier otro sitio, ya que muchas de las historias parten de supersticiones de la gente y que dan lugar a leyendas, tal vez por eso los resultados son éxitosos, por la cercanía con lo que la gente cuenta. La caracterización y ambientación de las escenas de Km 31 no tienen relación con el horror oriental, donde las chicas de las mechas largas en muy pocas ocasiones se muestran tan explicitas como en ésta, donde los efectos especiales no se logran con tal impacto y que por eso convence a las masas habidas de imagenes de alto impacto.

Rigoberto Castañera comienza bien pero falta explorar y experimentar más, para obtener un resultado óptimo que trascienda en el tiempo y lugar.