«Perdida» de Alejandro Montiel tiene una nota de regula —por no mencionar de mediocre— ganada a pulso por los mencionados recursos del género y roles perniciosos resultantes en un clímax sino esperado, sí irregular y tramposo.

Pipa y sus amigas han emprendido una visita de estudios a la Patagonia, ahí inexplicablemente desaparecerá Cornelia Villalba —su mejor amiga—, a quien piensan muerta. Transcurridos 14 años, Pipa es una agente de policía especializada en secuestros que motivada por su obsesión por dilucidar el caso de su amiga y las plegarias de la madre de ésta, reabrirá el caso para dar con el paradero y con una serie de secretos alrededor de otra de las amigas e incluso del efe del equipo.

«Perdida» tiene planteamientos colocados sin mayor elaboración, con un evidente descuido, que retomados son poco efectivos e interpredos como argucias de su guionista para intentar sorprender. La cinta se pierde en sus propias trampas al momento de su resolución y pierde originalidad.

Incursiones desperdiciadas como la del potencial de Nicolás Furtado, quien se queda al nivel de un papel corto por dónde se le mire.