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Voto de Juan Marey:
9
Drama. Romance La princesa alemana Sophia Federica (Dietrich) ha sido educada desde niña para convertirse en reina. Al llegar a la adolescencia se concierta y celebra su matrimonio con el Gran Duque de Rusia (Sam Jaffe), el futuro zar Pedro I el Grande, un hombre enfermo de cuerpo y alma. La zarina Elizabeth hace que Sophia cambie su nombre por el de Catalina, aprenda ruso inmediatamente y no vuelva a hablar su lengua materna. Además, deberá darle un ... [+]
22 de julio de 2012
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de “La Venus rubia” Marlene Dietrich se alejó un poco de su director favotito para rodar “El cantar de los cantares” con Rouben Mamoulian, la última película prevista en el contrato con la paramount, entre tanto Von Sternberg negociaba con la UFA un posible regreso de ambos a Berlín, en 1933, pésimo momento cuando los nazis mostraban bien a las claras sus intenciones, cuando menos inquisitoriales. El director regresa a Hollywood mientras Marlene decide a su vez moverse a Europa, viaja a París donde aprovecha para grabar un disco y visita Londres y Viena.

Es en esa época cuando Von Sternberg convence a la Paramount para hacer una película en torno a la Emperatriz Catalina II de Rusia, con Marlene de protagonista, claro, nada que ver con al Reina Cristina de Suecia que Garbo y Mamoulian acaban de llevar a la cima del éxito. Paramount prolonga pues el contrato a Dietrich y da entera libertad a Von Sternberg, decorados más delirantes que nunca, juegos magníficos de luces y sombras al modo expresionista, frecuentes recursos propios del cine mudo, música de Tchaicovsky, Mendelson y Wagner que dirige en persona Von Sternberg…

Viendo de nuevo “Capricho imperial” da la impresión que Von Sternberg se desmelenó a conciencia a la hora de escenificar a su aire apuntes personales de la tal Catalina II y sobre todo con mucho humor, más en la primera parte, con cantidad de detalles cachondos y divertidos con los que satiriza a la monarquía Rusa. Marlene, mimada por la cámara, da la impresión de pasárselo en grande, primero haciendo de jovencita ingenua y luego de mujer sin piedad, por cierto, debuta aquí la pequeña María, hija de Marlene, con una pequeña aparición al principio como Catalina niña.

Película estilísticamente perfecta, inolvidablemente sensacional. El punto culminante de la colaboración entre Dietrich y Von Sternberg.
Juan Marey
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