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Voto de Juan Marey:
8
Bélico Exitosa película de la productora Republic Pictures que relata la heroica conquista de una isla del océano Pacífico por parte de las tropas americanas durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). (FILMAFFINITY)
12 de enero de 2024
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Los aficionados al cine demasiado jóvenes quizá crean que Clint Eastwood fue el primero en tratar en la gran pantalla la toma de la isla de Iwo Jima, con la célebre imagen de la izada de la bandera, pero lo cierto es que en la película que hoy nos ocupa, “Arenas sangrientas”, no sólo aparece ya la emblemática imagen, sino que participaron tres auténticos soldados protagonistas de ese hecho, añadiéndose metraje de auténticas acciones bélicas, incluida la toma de la isla entre polvo, humo y ceniza, y el fuego de los lanzallamas. La extinta “Republic” vio un pelotazo en este proyecto, fue su productor quien decidió llevarlo a cabo recordando haber visto en un diario americano a esos héroes de Iwo Jima con la ya mítica foto, se pusieron entonces manos a la obra, con un guion que concluyera con la batalla de Iwo Jima y la mítica imagen como única obligación, bueno, con otra obligación más, contar con John Wayne en el proyecto.

"Arenas sangrientas" es una película de propaganda de la II Guerra Mundial con todas las de la ley y algunos la seguirán criticando por eso, ser puro cine propagandístico de entretenimiento, pero cuando este se hace con tan buen tino, uno tiene que rendirse y aplaudirla. El film de Dwan ofrece algunas de las páginas más brillantes del género, y destila en su aparente visión triunfalista, una nada solapada mirada amarga hacia unos seres a los que la vivencia de la guerra no hace más que reflejar en algunos casos un fracaso existencial, y en otros una desesperada mirada hacia delante a la hora de intentar buscar un sentido a sus vidas. En su conjunto la película es una destacada muestra que logra ofrecer un final ambiguo e impactante en su contraposición de elementos, tomando como base el célebre desembarco y la implantación de la bandera norteamericana en Iwo Jima, la evocación de este hecho no es más que la excusa para un clásico relato de aprendizaje bélico, que cierto es que en su primera media hora acusa una cierta rutina, pero es un fragmento que servirá para la descripción inicial de los personajes que forman el comando que dirige el sargento Stryker -un espléndido John Wayne, que ya empezaba a demostrar en aquellos años su progresiva madurez como intérprete-, un hombre de gran dureza, que lleva consigo la amargura de haber sido abandonado en un pasado más o menos cercano por su mujer, acompañada por su hijo pequeño.

La galería de personajes no puede decirse que difiera mucho de la de tantos y tantos productos bélicos, y en la parte inicial las convenciones la verdad es que no dejan definir un conjunto lo suficientemente atractivo, pero a partir de ese fragmento inicial la película eleva exponencialmente su grado de interés, llegando a la asombrosa secuencia del desembarco y la dura resistencia al ataque japonés, logrando mostrar un auténtico infierno bélico, y alcanzando un grado de verismo y horror pocas veces igualado en el género. Es indudable que secuencias como estas, o las que proseguirán en el desarrollo de la película, supusieron una auténtica avanzadilla a la hora de mostrar otra realidad más cercana en la visión cinematográfica del relato bélico, una tendencia que muy pronto retomarían realizadores como Samuel Fuller, y que tiene en los momentos más intensos del relato un referente realmente envidiable.

Todo un clásico del cine bélico de los años cuarenta que seguro hará las delicias de los amantes del género.
Juan Marey
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