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Voto de Juan Marey:
8
Western Kansas, 1866. Un forastero (Errol Flynn) intenta imponer el orden y la justicia en Dodge City, una próspera ciudad a la que llega el ferrocarril, pero que está dominada por un cacique y su banda de pistoleros. En su empeño cuenta con el apoyo de la sobrina del médico local (Olivia de Havilland). (FILMAFFINITY)
13 de diciembre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Dodge: Ciudad sin Ley” fue el primer western de Errol Flynn. El actor de origen “Tasmano”, que ya era una gran estrella de la “Warner”, aunque interpretando básicamente películas de aventuras históricas, no las tenía todas consigo acerca de cómo resultaría en el más genuinamente americano de los géneros. Sin embargo la película fue un gran éxito, y posibilitó que Flynn protagonizase con posterioridad unos cuantos westerns más durante los años 40. Su realización se le encomendó a Michael Curtiz, director que no cultivó con frecuencia el western, pero al cual legó algunos títulos de notable interés, “Dodge, ciudad sin ley” (Dodge City, 1939) es sin duda uno de ellos. Producida por la Warner con vistas a seguir explotando el rendimiento comercial de la pareja cinematográfica que por aquel entonces formaban Errol Flynn y Olivia De Havilland —quienes ya habían coincidido en "El capitán Blood", "La carga de la brigada ligera" y "Robín de los bosques", y volverían a hacerlo en "Camino de Santa Fe" (Santa Fe Trail, 1940), de nuevo a las órdenes de Curtiz, y en "Murieron con las botas puestas" (They Died With Their Boots On, 1941), bajo la batuta de Raoul Walsh—, “Dodge, ciudad sin ley” es una excelente película que demuestra el talento de Curtiz para crear ambientes y sugerir matices psicológicos de los personajes en el contexto de un relato narrado en todo momento con agilidad y dinamismo.

Grandes espacios abiertos llenos de un ganado que amenaza desparramarse en una temible estampida, locomotoras humeantes que traen la “Buena Nueva del Progreso”, peligrosos tiroteos en calles atiborradas de carromatos y carruajes, tabernas que son auténticos templos de “El Pecado”, y por el contrario apacibles interiores pequeñoburgueses y bienintencionadas ligas femeninas para preservar la pureza en las llanuras, esos son los escenarios y los elementos que alimentan este episodio de la “Conquista del Oeste”, acaecido allá por el año del “Señor” de 1872, filmado en brillante “Technicolor”, interpretado por un inmejorable elenco de actores y actrices; en una palabra: el “Studio System” en todo su apogeo, suministrando material de primera calidad.
Juan Marey
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