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Voto de Juan Marey:
10
Comedia José Luis, el empleado de una funeraria, proyecta emigrar a Alemania para convertirse en un buen mecánico. Su novia es hija de Amadeo, un verdugo profesional. Cuando éste los sorprende en la intimidad, los obliga a casarse. Ante la acuciante falta de medios económicos de los recién casados, Amadeo, que está a punto de jubilarse, trata de persuadir a José Luis para que solicite la plaza que él va a dejar vacante, lo que le daría derecho ... [+]
16 de marzo de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra maestra del gran Luis García Berlanga con un magistral guión del siempre caustico Rafael Azcona, “El verdugo” fue en pleno franquismo una de esas películas que marcó su época, pues como “Viridiana” de Buñuel logró pasar a través de la censura provocando el escándalo. Premio de la crítica internacional en el festival de Venecia, el film provocó la indignada reacción del embajador de España en Roma, que lo calificó de maniobra comunista, anarquista y antiespañola en una carta dirigida al entonces ministro Fernando Castiella, lo que le valió a Berlanga cuatro años de aislamiento figurando en la lista negra de los censores.

Estrenada en el 64 con numerosos cortes, esta brillante y ácida historia de amor entre el empleado de una funeraria y la solterona hija de un verdugo en la España franquista, es un cómico alegato contra la pena de muerte que llegaba en un momento muy oportuno, cuando acababan de ser ejecutados el comunista Julián Grimau y dos militantes anarquistas con el salvaje procedimiento del garrote vil, la bronca en consecuencia fue todavía mayor. Paradójicamente algunos críticos franceses de la revista Positif vieron en “El verdugo” una película ultra franquista, probablemente no entendieron ni el español, ni los subtítulos, de hecho es curioso señalar que el humor bien hispánico de Berlanga ha sido a menudo incomprendido e ignorado por la crítica en Francia que siempre prefirió al más ideológico Juan Antonio Bardem.

Pero más allá de la sátira sobre ese verdugo del entrañable José Isbert, orgulloso de haber ejercido su oficio como buen profesional y capaz de defender las virtudes del garrote vil frente a la guillotina, la horca, o la silla eléctrica con buen sentido del humor, la película se caracteriza por su fuerte ironía y agresivo humor negro, dando una visión pesimista, lúcida, crítica y tierna de la España de la época.
Juan Marey
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