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Voto de Juan Marey:
9
Drama Inglaterra, siglo XIX. Cuando el padre del joven David muere, su madre se vuelve a casar. Su padrastro es un hombre cruel que, después de enviudar, manda a David a Londres para que viva de su trabajo. Adaptación de la famosa novela de Charles Dickens. Obtuvo tres nominaciones a los Oscar, incluyendo la de mejor película. (FILMAFFINITY)
28 de mayo de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inolvidable adaptación de la novela de Charles Dickens, uno de mis novelistas favoritos y seguramente el más cinematográfico de los escritores, de hecho, Griffith confesó que había inventado el primer plano y muchos otros elementos del lenguaje cinematográfico tras leer las obras completas del escritor británico, lo creo. La verdad es que pocas veces se ha conseguido plasmar en la pantalla la atmósfera y el espíritu de Dickens de una manera tan exacta, en 133 minutos Cukor logró captar todos los matices del libro, recreando a la perfección los interesantes ambientes de la Inglaterra victoriana y consiguiendo al mismo tiempo realizar un detallado retrato de los personajes.

A destacar el inusual pero excelente reparto, entre el que se encontraba el debutante Freddie Bartholomew (en el papel del joven David), al que los productores descubrieron por casualidad cuando estaban en Londres buscando lugares para las tomas. El David adulto está interpretado por Frank Lawton. Entre los secundarios encontramos al bondadoso señor Peggotty, interpretado por Lionel Barrymore, a la infantil y algo bobalicona Maureen O'Sullivan, a una jovencísima Elsa Lanchester, o al malvado padrastro de David, Basil Rathbone, pero el personaje que más llama la atención por su particular forma de ser, de ver la vida y de vestir es el amigable Wilkins Micawber, (W.C.Fields) que siempre piensa que el día le traerá algo extraordinario. Por lo visto, Fields era un admirador incondicional de Dickens y peleó para hacerse con el papel de señor Micawber, tuvo que superar su insalvable rechazo por los niños (por no decir repugnancia) y aceptó trabajar al lado del bueno de Freddie Bartholomew, eso sí, fue incapaz de fingir acento británico, así que su personaje habla con un acentazo americano que tira de espaldas en el Londres victoriano de la Revolución Industrial.

En fin, el caso es que David Copperfield es una maravilla, una de esas películas bien hechas por las que la Metro era conocida (y envidiada), en la que no se escatimaba en lujos, estrellas, decorados, ambientación y el más mínimo detalle, no en vano la dirección artística es del gran Cedric Gibbons, señor del que uno venera hasta la cáscara de plátano que pisaba, y de Cukor, tres cuartas de lo mismo. ¡Un gustazo de película!
Juan Marey
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