Mucho han cambiado las cosas desde el estreno de la película allá por los maravillosos años 90 hasta la actualidad, por eso es esencial, a la hora de sentarse a ver ‘Una jaula de grillos’, situarse muy bien en el contexto y no lanzarse a criticarla sin motivo ni justificación ninguna.

Dos jóvenes se han prometido y, lo que debería ser un motivo de alegría para los futuros suegros y la pareja del enlace, se antoja en una auténtica odisea al comprobar lo opuestas que son ambas familias y la sarta de mentiras con las que se intenta «adornar» la situación.

Por un lado, una acomodada familia que mima a su hija bajo la religión cristiana y las doctrinas del partido republicano del que es miembro el patriarca. Por el otro, la liberal pareja formada por dos hombres homosexuales que han criado al hijo de uno de ellos.

A partir de aquí, imaginaos la confrontación y las chispas inmediatas que pueden saltar en cualquier momento y lo que podría terminar siendo una tragedia griega se convierte en la más maravillosa de las comedias con el mensaje de tolerancia y respeto.

Esencial era encontrar a un grupo de actores que diese vida de forma creíble a los personajes principales y no cayesen en lo absurdo o paródico, y se consigue, gracias a Robin Williams, Gene Hackman, Nathan Lane y Dianne Wiest como los cuatro suegros dispuestos a conocerse y entenderse, fantásticamente dirigidos por Mike Nichols, especialista en sacar brillo y oro a este tipo de comedias de situación.

A pesar del contexto fílmico, las situaciones fluyen dentro del realismo y surrealismo que propone y que invade poco a poco la película y del cariño que se coge a los distintos personajes.

‘Una jaula de grillos’ sigue siendo, a día de hoy, una estupenda película.

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