Hacía mucho que no me sentaba en el sofá de mi sillón para ver, entera, una de mis películas de acción favoritas de todos los tiempos. Esta locura aérea preparada por Jerry Bruckheimer, orquestada por Simon West y protagonizada por un puñado de buenos actores al servicio de la función sigue funcionando como el primer día.

¿Qué es inverosímil? ¡Por supuesto! ¡Faltaría más! Basta con saber que durante el traslado en avión, unos presos se amotinan para hacerse con el control del aparato y volver locos a los agentes del FBI como para no darse cuenta de ello. Pero eso no quita para que se sirva un espectáculo de primer nivel que va como un tiro desde el minuto uno. Cada tiroteo, cada chiste funciona. El guion de Scott Rosenberg fue reescrito por Jonathan Hensleigh (el mismo de ‘Jungla de cristal: La venganza’) no acreditado.

Está llena de momentos memorables: ya solo con la presentación de cada uno de los tripulantes sociópatas y chiflados del avión, siguiendo con el tiroteo del aeródromo o el «coche volador» con el one-liner de Cage «cualquier otro día esto no me hubiera parecido normal» o el aterrizaje forzoso en la ciudad del pecado… o cualquier escena del inquietante Garland Greene (excelente Steve Buscemi).

Se echan de menos este tipo de producciones repletas de tiroteos y explosiones bien filmadas y no el barullo de efectos especiales que tenemos hoy en día. Nicolas Cage continuó su santa trinidad del cine de acción tras el éxito de ‘La Roca’ y que continuó con ‘Cara a Cara’.

Un delirio de acción que, para los aficionados al género como yo es pura fantasía.

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