A pesar de su atrayente reparto, no llegué a ver ‘Identidad’ en el cine. Un día mi hermana vino a contarme una película que había alquilado en el videoclub y que le había gustado mucho. Cada palabra que decía me hacía sorprenderme más y más, hasta el punto en que decidí ir al videoclub y alquilarla yo también. Y qué gozada señores. ¡Qué gozada!

Hablar del homenaje que el, por entonces desconocido, James Mangold hace a Agatha Christie o a Alfred Hitchcock es algo muy manido. Porque tenemos el motel y los desconocidos que se van uniendo por culpa de esa aparatosa tormenta y como, uno a uno, van cayendo en extrañas circunstancias.

Pero es que ‘Identidad’ es mucho más y, a día de hoy, sigue siendo un juego genial que te obliga a hacer tu quiniela para destrozártela por completo con uno de los mejores giros de guión de la historia del cine: ¿será el extraño conductor de limusina el culpable de todo… el extraño gerente del motel… un miembro de la familia o el policía que escolta a un asesino?

Como os digo, ‘Identidad’ hace trizas nuestro concepto del film en el momento oportuno, cuando las dos líneas principales argumentales se unen para hacernos volar la cabeza en mil pedazos. Funciona porque Mangold lo hace todo bien: rueda con oficio y los actores están muy bien en sus distintos papeles (no son las mejores interpretaciones de su carrera, pero están al servicio del director y de la película por lo que me vale). Además, el montaje, visto en retrospectiva, va dando pequeñas pinceladas de lo que va a suceder, pero el giro es tan bueno y novedoso que difícilmente lo verás venir.

Por eso a día de hoy, ‘Identidad’ sigue siendo uno de mis thrillers favoritos y, de vez en cuando, decido volver al motel y darme un paseo entre las habitaciones para ver si encuentro algún fallo al perfecto mecanismo que es el film. Nunca lo encuentro.

Si podéis verla sin saber ni leer nada de ella, es aún mejor.

Más en: https://alquimistacinefilo.wordpress.com/