Debo reconocerlo, soy un defensor acérrimo de ‘Love Actually’. La combinación de historias, humor y romanticismo me ganó desde el minuto uno. Ni mucho menos perfecta, pero un producto estimable dentro de un género un poco monótono.

Ahora, ‘Cuestión de Tiempo’ ha llegado a los cines españoles sin una gran promoción pero con el mismo sello de su director, Richard Curtis. Esta vez, nos trae un toque sobrenatural (explorado en las también formidables ‘El efecto mariposa’ o ‘Atrapado en el tiempo’) para conseguir contarnos una historia absolutamente mundana y normal: la vida y existencia condicionadas por ese elemento incontrolable que es el tiempo.

Aunque la consecuente dosis de moraleja/moralina (aprovecha cada día como si fuera el último) llega en su tramo final, no te importa. ¡Increíble pero cierto! Desde el minuto uno has simpatizado con la dualidad padre e hijo (que es de lo que verdaderamente va la historia, más allá de la trama romántica). El punto fuerte de la película es su magnífico reparto (a la par que su bien llevado argumento). Domhnall Gleeson, desconocido apra el gran público, resulta un tipo entrañable y un auténtico acierto de casting.

Sin ser una cara conocida, cualquier otro director habría puesto delante al último galán de Hollywood y el resultado sería muy distinto. Luego está Bill Nighy con su porte, su carisma y en dos minutos se ha ganado al público. Un magnífico padre. Si como reclamo amoroso metemos a la angelical mirada de Rachel McAdams y exhibiendo sonrisa a mi ya me han conquistado.

Preciosa, bonita, enternecedora y entretenidísima película. Una grata sorpresa.

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