Tras dar por terminado su paso por ‘Halloween’ con una trilogía que no ha dejado indiferente a nadie, David Gordon Green sigue inmerso en el mundo del terror con la saga de ‘El Exorcista’, que arrancó allá por 1973 y con una película que pretende ser una secuela casi directa de aquella. Algo arriesgado, pero el director sabe con que elementos tiene que jugar y podemos decir que, aunque da muchas vueltas, termina saliendo airoso del entuerto.

Lo cierto es que había oído muchas críticas negativas sobre ‘El exorcista: Creyente’ y las puedo entender perfectamente, entre otras cosas, porque Green quiere jugar con un desafío cada vez más grande (toda la parte inicial es mear fuera del tiesto, creo que algo más pequeñito la habría venido mejor), haciendo que el film resulte un tanto irregular en su montaje.

Es en su último tercio, cuando conecta con la original (ojito al cameo final) y cuando por fin entrega al público lo que estaba buscando (pero de forma diferente al meter el tema de la conexión entre poseídas) cuando podemos decir que la película y el espectador convergen y van juntos de la mano al horror que propone el director. Ahí, es donde realmente la película se gusta.

‘El exorcista: Creyente’ termina volviéndose un entretenimiento decente, pero que requiere un peaje excesivamente paciente para el espectador, y no todos sabrán apreciarlo.

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