Resulta difícil, muy difícil, realizar una película sobre viajes temporales sin que al listo de turno se le ocurran agujeros de guión que hagan la película floja o inverosímil. Al menos esta nueva película de los X-Men logra dejar tan buen sabor de boca al final que hasta lo puedes perdonar.

‘X-Men: Días del Futuro Pasado’, aparte de ser el mayor reto al que se hayan enfrentado la pandilla de mutantes comandados por el Profesor Xavier, es la mejor forma de unir las dos primeras entregas y la genial trama de Primera Generación (nadie duda a estas alturas que la tercera entrega fue la más floja, mutante que sobraba mutante que se eliminaba).

Aquí la cinta empieza a toda mecha: una espectacular escena de acción abre la película y sin dar tiempo para el respiro, ya estamos en los años 70 y Lobezno repartiendo estopa. No se puede dudar de que Singer, a pesar de los últimos trabajos, sigue en plena forma a la hora de rodar con la pandilla mutante. Acto seguido, aparece el personaje de Mercurio, para otorgarnos una de las mejores escenas de la saga (los efectos especiales de esta nueva entrega son sensacionales, lejos de apabullar complementan perfectamente la historia).

La trama del guión se toma licencias respecto al comic original y se envía al pasado al actor con más carisma (y más mazado) del reparto para que una de nuevo a los X-Men en un momento en el que el Profesor Xavier no pasa por su mejor estado físico y mental. Y hay que ver lo bien que está todo el reparto de la película, mención especial para los Jackman, McAvoy, Fassbender y Lawrence amos de la función.

Es inevitable pensar, tras los créditos finales, que ha habido un gran recorte de minutaje y habrá que ver la versión extendida para criticarla con más justicia. Pero tras este primer visionado no me cabe duda de que ‘X-Men: Días del futuro pasado’, es una de las mejores de la saga.

Larga vida a los mutantes.

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