En 2001 surgió una pequeña película filmada por Víctor Salva que dio bastante de qué hablar entre los amantes del género de terror. Si me preguntáis por ella, diré que es una de las películas que más nervioso me pone. No me llega a dar miedo, pero el monstruo tiene su aquel. La secuela, en mi opinión, funciona bastante bien como continuación y tiene más chicha.

Al parecer, el amigo Salva se ha metido en bastantes líos estos últimos años así que se ha visto apartado de su creación, dejando el testigo a Timo Vuorensola, que busca, más que hacer una secuela, hacer un reboot de la franquicia. De esta forma, casi 23 años después de la original, nos llega una nueva entrega de uno de los monstruos más horripilantes del cine.

Pero, lo cierto, es que el resultado no puede ser más decepcionante. La idea inicial de la fiesta de aficionados al terror podría funcionar si todo tuviese un poquito más de sentido y si no se pasasen por el forro toda la mitología anterior. Entiendo que es un reboot, pero podría mostrar algo de apego a la creación original.

El filme es muy chusco, con un acabado final de serie de televisión, donde se palpa que había poca o nula confianza en el resultado final y en los involucrados en el proyecto. Ojalá un director del género se atreva a coger el testigo y hacer algo decente. Creo que habría material, incluso, para cruzarlo con Freddy, Jason o alguno de estos.

A Vuorensola ni le va ni le viene el resultado, también se nota que no tiene mucho dominio del género y cada dos por tres se le ven las costuras.

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