Desde el minuto uno, cuando arranca la acción, tengo claro que es un Pixar menor, de esos de transición como ‘El viaje de Arlo’. No hay un gran avance en cuanto a la animación y parece que tiene un tono más infantil que de costumbre (será por la ambientación, no sé). Es una de esas cintas repletas de aventura y diversión, que hacen las delicias de los más pequeños y que, gracias a algún chiste con mala baba, conquista a los padres.

Eso no quita para que ‘Onward’ se termine ganando poco a poco mi simpatía, gracias a la disfuncional familia que presenta. Por un lado tenemos a su desubicado y adolescente protagonista, intentando encontrar su sitio en el mundo y que parece no pega demasiado con su risueño hermano y su madre. El mundo de la magia surge para darle una oportunidad de descubrir quién es y quienes están a su alrededor.

Pero luego llega su gran momento final, ese en el que se descubre una vez más porqué Pixar está en la cabeza como la mejor productora de animación. Esos que saben cómo tocarte el corazoncito y sacudirlo de forma fuerte. Habrá a quién le parezca exagerado, pero la verdad es que la ternura (por la música o el tratamiento que tiene la situación) que desprende consigue derretir cualquier corazón de hielo. Otro momento de esos en los que Pixar se olvida que había niños en la sala.

Así, ‘Onward’ sin duda es un Pixar menor, pero con todo y con eso soy capaz de rescatar conversaciones, momentos o su gran escena final como para que supere a sus competidores directos que, sin duda, tendrán que ponerse las pilas.

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