Disfrutar de ‘Kubo y las dos cuerdas mágicas’ tanto como podáis, porque es una rara avis en un mundo difícil, este del cine de animación en el que el 3D está a la orden del día y copa absolutamente la cartelera.

Solo un estudio sería capaz de arriesgar tantísimo en animación o argumento para concebir esta película. Y servidor, se alegra de que lo haga. Hablamos de Laika (porque merece la pena), un estudio de animación estadounidense dedicado a realizar películas stop-motion, un “viejo” método que parece pasado de moda pero que nos ha dado auténticas obras maestras. Algunas propuestas del estudio han sido ‘El alucinante mundo de Norman’ o ‘Coraline’, pero con Kubo se han salido. Han ido un pasito más allá.

Aunque la historia que nos narra es aparentemente sencilla, está repleta de marcas, de detalles que la empiezan a hacer única desde el inicio. La historia de un niño que deberá afrontar todos sus miedos y luchar contra un pasado que le persigue. De esta forma Kubo se enfrentará a peligrosos y familiares enemigos, ayudado de un simpático equipo: una mona listilla y un samurái desmemoriado. Todo eso bañado con una estética muy oriental y una acertada banda sonora.

No faltan elementos para que los mayores y los pequeños disfruten de la película por igual. Su única pega son los convencionalismos a la hora del desarrollo de la inevitable batalla final y algún que otro golpe que se ve venir.

‘Kubo y las dos cuerdas mágicas’ es una magnífica película muy recomendable tanto a nivel artístico/técnico como a nivel de historia. Una de esas cinta de animación pequeñitas que pasan desapercibidas, pero que no puedes perderte.

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