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Voto de Filiûs de Fructüs:
10
8,4
14.760
Drama. Romance
Un granjero (George O'Brien) convive felizmente en el campo con su esposa (Janet Gaynor). Pero la aparición de una seductora mujer (Margaret Livingston) de la ciudad hace que comience a enamorarse de ésta, y a pensar que su mujer es un estorbo que se interpone en la felicidad entre él y su nueva y sofisticada amante. (FILMAFFINITY)
21 de noviembre de 2009
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Época de vacaciones. Como cada año, los veraneantes acuden en masa al pintoresco pueblo, situado a orillas de un gran lago, donde el joven granjero vive en una casita con su mujer y su hijo. Un idilio engañoso, puesto que el hombre está hecho un lío. Una turista le ha trastocado la cabeza, lo ha seducido y le ha despertado las ganas de vivir en la gran ciudad. Pero, sobre todo, le ha susurrado un plan para cometer un asesinato: en un paseo en barca a la ciudad cercana, tiene que ahogar a su esposa, puesto que se interpone en su felicidad.
La era del cine sonoro era ya prácticamente una realidad (unas cuantas semanas más tarde se estrenaría la primera película sonora “El cantante de jazz”) cuando Amanecer, hoy convertida en hito estético y culminación de un buen puñado de gloriosos años de cine mudo, apareció para cerrar un ciclo, y qué manera de cerrarlo tuvo el genial Murnau (creador de otras grandes obras como Nosferatu, Fausto o El último, entre otras). Ante las ya consabidas complicaciones de expresar sentimientos sin diálogos, Murnau va tejiendo una historia amorosa que va de menos a más. Tras un inicio algo irregular, una fuerza misteriosa irrumpe en la pantalla, el amor ha vuelto y uno mismo se sorprende al estar embobado ante la pantalla, regalando sonrisas cómplices sin siquiera darse cuenta. La ternura que desprende la pareja protagonista es muy poderosa, empatizas rápidamente con los personajes; en especial con Janet Gaynor (ganadora de tres Oscar a la mejor actriz en dos años), una mujer no especialmente hermosa pero sí con un toque de inocencia que la hace adorable, un aspecto frágil que todo galán querría cuidar. Las hipotéticas limitaciones antes mencionadas del cine mudo por tener que prescindir de la palabra hablada se transforman en “Amanecer” en un espacio libre que permite a Murnau narrar su historia como una leyenda sobre los aspectos esenciales de la existencia humana: el amor, la tentación, la culpa y el perdón. Los protagonistas no tienen nombre, son simplemente “el hombre” y “la mujer”. Los lugares donde transcurre la trama son tan típicos como los personajes: la gran ciudad americana, llena de promesas y con una actividad frenética y el romántico pueblecito europeo con su gran lago.
Sigue en spoiler, no cuento nada:
La era del cine sonoro era ya prácticamente una realidad (unas cuantas semanas más tarde se estrenaría la primera película sonora “El cantante de jazz”) cuando Amanecer, hoy convertida en hito estético y culminación de un buen puñado de gloriosos años de cine mudo, apareció para cerrar un ciclo, y qué manera de cerrarlo tuvo el genial Murnau (creador de otras grandes obras como Nosferatu, Fausto o El último, entre otras). Ante las ya consabidas complicaciones de expresar sentimientos sin diálogos, Murnau va tejiendo una historia amorosa que va de menos a más. Tras un inicio algo irregular, una fuerza misteriosa irrumpe en la pantalla, el amor ha vuelto y uno mismo se sorprende al estar embobado ante la pantalla, regalando sonrisas cómplices sin siquiera darse cuenta. La ternura que desprende la pareja protagonista es muy poderosa, empatizas rápidamente con los personajes; en especial con Janet Gaynor (ganadora de tres Oscar a la mejor actriz en dos años), una mujer no especialmente hermosa pero sí con un toque de inocencia que la hace adorable, un aspecto frágil que todo galán querría cuidar. Las hipotéticas limitaciones antes mencionadas del cine mudo por tener que prescindir de la palabra hablada se transforman en “Amanecer” en un espacio libre que permite a Murnau narrar su historia como una leyenda sobre los aspectos esenciales de la existencia humana: el amor, la tentación, la culpa y el perdón. Los protagonistas no tienen nombre, son simplemente “el hombre” y “la mujer”. Los lugares donde transcurre la trama son tan típicos como los personajes: la gran ciudad americana, llena de promesas y con una actividad frenética y el romántico pueblecito europeo con su gran lago.
Sigue en spoiler, no cuento nada:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Murnau parece sentir muy cómodo en todo momento, comodísimo. Su técnica es superior y lo demuestra fotograma a fotograma. Puede que hoy en día, es más, es prácticamente seguro que a cualquiera que mire “Amanecer” le parezca que está muy desfasado en cuanto a técnica y efectos, pero es obvio que estamos ante el no va más de aquella época. Fundidos, travellings, primerísimos planos para dotar de mayor emotividad los rostros, planos de trucaje, etc., hacen de “Amanecer” un bonito espectáculo visual. Es obvio que el director aprovechó la tecnología más avanzada del cine. Con todo, la película nunca rebasa el límite hacia la fantasía: las imágenes de Murnau siempre aluden a la realidad exterior, incluyendo las vivencias interiores de los personajes; por ejemplo: cuando, en una cita nocturna, la mujer fatal le describe al hombre con entusiasmo las cosas sensacionales de la metrópoli, el cielo se transforma en un escenario urbano agitado, como si los anhelos del campesino se proyectaran en él. Luego, cuando él se zambulle con su esposa en la vida nocturna y ambos quedan fascinados por el espectáculo, un rosetón enorme de luces brilla en el parque de atracciones como si fuera un grandioso iris humano. Dos imágenes que remiten simbólicamente al cine como lugar de espectáculo y sueños, en el que los milagros se hacen realidad.