Aún no siendo un gran documental en cuanto a lo fílmico, si lo es por lo que cuenta.
No sólo vemos la historia de un velero de lujo (de Livio LoMonaco) convertido en un barco para pobres (refugiados abandonados a su suerte en el Mediterráneo).
También nos muestra a los voluntarios que generosamente dan su valía y su tiempo en esa labor, sin la cual muchos refugiados morirían irremediablemente.
Mientras tanto los países europeos, en los que todas esas personas tienen una fe ciega de su ayuda, no hace prácticamente nada. Es vergonzoso, por ejemplo, que se gasten 60 millones de euros de deportaciones.
Gran acierto de Salvados y Jordi Évole en llevarlo a los cines antes de su estreno en Televisión, con la recaudación para la ONG Proactiva Open Arms, para que siga con su misión de vigilancia y salvamento.