Pixar lo vuelve a hacer y, aunque si quizás no estamos ante una obra maestra, estamos ante la que es sin lugar a dudas una cinta notable, la mejor película de animación del año en su conjunto (y con un merecido Oscar a la mejor película de animación... no siendo el único Oscar que ha logrado en su haber) y un film obligado a tener en la videoteca de cualquier cinéfilo.

"Coco" nos narra la aventura del pequeño Miguel (en la VOZ de Luis Ángel Gómez Jaramillo), un niño mexicano que tiene vocación musical y desea por todos los medios ser cantautor... pero tiene un pequeño inconveniente: su familia no se lo permite. Sin embargo durante un viaje mágico al "mundo de los muerto" Miguel no solo descubrirá como cumplir su sueño de ser músico, sino que descubrirá a su familia fallecida y sus secretos y pasado que le harán ver que no es oro todo lo que reluce, y que ni su familia es tan despreciable como él piensa ni sus sueños son tan hermosos.

El film se nos presenta como una cinta de aventuras fantásticas para todos los públicos... y sin embargo amplia sus virtudes mucho más allá del lance aventurero en ese "mundo de los muertos", y nos ofrece pinceladas muy bien dibujadas de humor ingenioso, de reflexión amorosa e íntima y de alegoría a la cultura latina y su estilo de vida.

Nos encontramos ante un argumento que ya hemos visto ("¡Qué bello es vivir!" (1946) es sin duda la cinta de la que "Coco" bebe más en su paralelismo)... y sin embargo logra mejorar a todas ellas consiguiendo explotar con agudeza, juicio y perspicacia sus puntos de originalidad individual.

"Coco" presume de un guión redondo, completo y bien cerrado, la lucha de Miguel por ser músico choca con la aversión que tiene su familia a todo lo que sea música; y esto se nos narra con mucha socarronería, jugando el film con las elipsis humorísticas de contrastes. La cinta narra además esta lucha con un ritmo impecable que hace que el film no resulte aburrido en ningún segundo de su primer tercio. Pero esa lucha por ser músico tanto en el mundo de los vivos como en el de los muertos es tan solo un McGuffin empleado con maestría para narrarnos la verdadera temática de la cinta, que es ni más ni menos que el descubrimiento de Miguel de la vida pasada de su familia y la comprensión y evolución que experimenta como persona gracias a esto. Y así, el guión ofrece un giro que sorprende y enriquece a la cinta no solo en su primer visionado, sino en cada revisión que se haga de él (es de esos films que en un segundo visionado se ve con otra perspectiva, y no solo la cinta lo agradece sino que se engrandece más al apreciar detalles en sus minutos que cobran todo su sentido al saber el desenlace).

Así pues estamos ante un libreto desenvuelto en su conjunto (el único "pero" de "Coco" es el tema Disney de alguna que otra peleíta y persecución entre mascotas o entre personajes de la cinta, que resultan redundantes y son una tara en el último tercio del film. Y a veces la descripción de los bellos escenarios en el "mundo de los muertos" con paneos resta agilidad a la narración de la trama. Pero son defectos muy leves (por fortuna Disney va aprendiendo y cada vez nos castiga menos con el humor físico más infantiloide de persecuciones, caídas, tropezones y demás, porque en "Coco" se cuentan con los dedos y no molestan en exceso)), con una trama muy bien armada y desarrollada, que cuida al máximo y con mimo, profundidad y naturalidad sus detalles ya sean dramáticos, musicales, de fantasía, cómicos o de intriga y suspense. Y podría dar muchos ejemplos de esos detalles pero me faltarían caracteres (resaltaré por supuesto la actitud que imprime el film a los personajes de mamá Coco (esa anciana de Alzheimer que va mucho más allá del tópico y se nos retrata con los matices más humanos y reales) y de Héctor: un joven de talento y honrado pero desenfadado y descarado en su actitud ante la vida (porque sí; "Coco" tiene mucho humor (quizás no un humor de carcajada, pero si de sonrisa cómplice casi continuada) porque la vida tiene humor).

La puesta en escena a su vez está a la altura del guión: la fotografia es asombrosa (en especial en los planos generales), la inmensa mezcla de colores llamativos y sus contrastes de lilas y azules con naranjas y rojos es todo un éxito... junto con el juego que dan las velas en el film, que se recrea en la bellísima conjugación de luces intensas y sombras mágicas en cada detalle de los fotogramas. La realización es sobresaliente y nos da de todo y todo nos lo da bien: plano/contraplano, planos detalle, subjetivos, picados, contrapicados, focos alternos y... paneos, sobretodo muchos paneos que hacen que veamos el film como Miguel, un niño en continuo movimiento. Porque la cinta cuenta además con una edición dinámica que camufla los escasísismos puntos muertos que pueda tener la cinta.

El diseño de personajes por su parte es inconmensurable (y no solo mama Coco que es por derecho propio el personaje secundario de 2017, los gestos faciales de ternura de Miguel son una maravilla) y la banda sonora de MIchael Giacchino de Oscar es... eso, de Oscar (y no solo el tema "Recuérdame", también ""Un poco loco", "El mundo es mi familia", "El latido de mi corazón" (temas inolvidables que se quedan en la memoria para siempre) y las notas musicales que acompañan la narración con precisión en cada momento).

En definitiva, Pixar vuelve a conseguir una cinta distinguida y destacada dentro de su año cinematográfico como casi siempre. Recomendable para toda la familia... pero los adultos la podemos disfrutar más, pues el logradísimo mensaje y reflexión de su fábula sobre la pérdida de nuestros seres más queridos y la vida que cobran sus recuerdos en nosotros y en los demás, y el afecto y amor que compartimos se transmite con sutiles y subyacentes toques de lo más expertos, avezados y entendidos. Para ver al menos una vez en la vida (y los cinéfilos para verla varias veces).

Lo mejor: Los minutos finales, en concreto...