"Más mala que El regreso de la Momia no podrá ser"... me dije a mí misma cuando me dispuse a ver la tercera parte de las aventuras de Rick O'Connel (Brendan Fraser).

Pero, ¡Ja!. Se han superado y han logrado algo aun más malo. Esta tercera parte es la peor película de esta saga de momias villanas (la primera resulta ser la única disfrutable mínimamente que, aunque no era ninguna obra maestra, al menos entretenía de forma banal).

El argumento se repite como siempre aunque está vez es llevado a cabo de la peor manera, la única novedad es que ahora la diabólica momia no es egipcia sino oriental y de chocolate, no está en las arenas del desierto sino en la muralla china.

Reconozco que este cambio me resultó algo positivo, ya que "La tumba del emperador Dragón" tiene unas luchas de artes marciales más espectaculares de lo esperado con especialistas que cumplen con creces. Es más, lo único que merece la pena de esta película es todo lo que pueda envolver a los actores orientales que, curiosamente, parece que al menos se lo toman en serio y transmiten cierta importancia en lo que nos narran.

Esto me confundió algo en el comienzo pensando que estaba viendo algo medianamente bueno, ya que su prólogo no está mal y es lo mejor de la película. Nos relata los orígenes de la momia y es un relato corto protagonizado por actores orientales de los que me gusta su temple a la hora de describirnos historias de guerreros y héroes.

Pero, una vez pasados los primeros 10 minutos... el resto es un horror. Una tontería de guión cargado de gracias que hacen de todo menos gracia (más quisieran que esto fuera Indiana Jones. Pero aquí a la película le sobran TODOS sus momentos tontos de chascarillos vergonzosos... que son muchos), unas escenas de acción que llegan tarde en la trama y que nunca resultan excitantes, y unas insulsas y penosas actuaciones (Fraser ya no tiene la chispa de antaño, y Maria Bello está muy mal como la señora de O'Conell interpretando a otra persona totalmente diferente a la que Rachel Weisz nos ofreció). No hace falta que los protagonistas juren que no se sienten como una familia (¡que mal llevado el conflicto, padre-hijo por culpa de esas malas actuaciones!).

En fin... una película, no ya infantil, sino de bebés. Con momentos absurdos, una trama tonta y alargada, y unos personajes malos malos que otrora eran algo simpáticos pero que acaban siendo odiosos. La segunda era mala de narices, pero esta ya se lleva la palma. Hay películas simplonas que, por alguna razon u otra, dejan buen sabor de boca... esta no es una de ellas.

Lo peor: Maria Bello.
Lo mejor: La introducción (lo único bueno y rescatable).