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España España · Compostela
Voto de odokm:
7
7,7
7.350
Documental Cuando, en 1996, Ry Cooder viajó a Cuba para grabar un álbum con Ibrahim Ferrer y los músicos que habían colaborado en el disco Buena Vista Social Club (conocidos en Cuba como los Super-abuelos), Wenders lo siguió: observó a los músicos en el estudio y rastreó sus vidas en La Habana. Después rodó en Amsterdam, donde la banda dio dos conciertos y, finalmente, en Nueva York, en un recital espectacular en el legendario Carnegie Hall. (FILMAFFINITY) [+]
6 de junio de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las cosas que más me apetece descatar de este documental es el hecho de que no parece una película de Wim Wenders. No lo digo ni en el mal sentido, ni en el bueno, simplemente no parece suya. El Wim Wenders que yo estoy acostumbrado a ver es siempre muy protagonista en sus películas, tanto a nivel estético como intelectual. En este caso Wenders casi parece el camarógrofo que alguien contrató para rodar una historia que ya estaba hecha.
Y en cierto modo es así. Porque la historia que se va a contar en Cuba ya ha pasado, es una aventura ya vivida a la cual se le intenta añadir una segunda parte que es la grabación del álbum con Ibrahim Ferrer y que culmina con la actuación en el Carnegie Hall. Creo que es en esta articulación donde la película más me rechina. Acaba siendo una entrevista a cada uno (uno a uno) de los músicos muy esquematizada donde nos cuentan rápidamente su vida musical hasta que el proyecto de Buenavista Social Club los alcanza. La película nunca es capaz de profundizar ni a nivel político-social (¿qué significa la revolución para la música cubana?¿por qué desaparecen los clubs?¿la música cambia de lugar ou desaparece directamente?) ni a nivel musical, aunque aquí hace un muy pequeño intento cuando hablan muy de pasada sobre de la percusión cubana.
En otras circunstancias, Buenavista Social Club sería un documental que pasa por mi pantalla sin pena ni gloria, pero...Pero es que esa música tiene un efecto efecto muy profundo en mi. Tiene un componente de alegría y nostalgia a partes iguales que al verla hace que la experiencia se disfrute desde una perspectiva solamente emocional. Y esto pasa tanto en el primer visionado, cuando no conocía nada de la música, ni de la película, ni de la historia como en la reciente visita que le hice para escribir este texto. De hecho, en esta última visita el vector nostálgico se hizo un poquito mayor al sacar de mi memoria tantos momentos personales con la banda sonora de Chan Chan, El cuarto de Tula o Candela.
También contribuye a profundizar en este aspecto emocional lo entrañables que son casi todos los músicos entrevistados. Señores y señora mayores con una amplísima carrera musical y cuya cima a nivel de reconocimento llega cuando ya estaban esperando, quizás, un final no más traquilo posible. Algunos son muy divos, otros son muy sencillos pero en todas se puede apreciar una gran honestidad. El viaje que hacemos con estos músicos termina en Nueva York, dado que van a dar un concierto en el Carnegie Hall. Paseando por Nueva York, dice uno de los músicos refiriéndose a la propia ciudad: “Esto también es bonito”. Ese “también” representa para mi la dignidad del pueblo cubano poniendo en relación de igualdad NY y Cuba: “lo comparo todo con Cuba, porque es lo único que conozco, pero debo admitir, y a pesar de la obvias diferencias, que esto también es bonito”.
odokm
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